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Esta semana se cumplieron 47 años del Apolo XI, la primera misión que culminó con un alunizaje en nuestro satélite. Curiosamente, de todas las misiones Apolo, la única que tiene una película es la que estuvo más cerca de terminar en tragedia: la Apolo XIII, el número de la mala suerte. Ya saben lo que dicen, no hay mejor noticia que una mala noticia.

De hecho, Apolo XIII rivaliza casi con Apolo XI en cuanto a la misión más conocida de aquella época y por supuesto, es mucho más famosa que las otras 5 misiones Apolo que alunizaron con éxito hasta 1973. Al fin y al cabo, las tragedias atraen el foco de la opinión pública más que las victorias.

Los apriori afortunados astronautas de aquella misión fueron Jim Lovell, Fred Haise y Jack Swigert.apollo13patch

Cuando el Apolo XIII había superado el punto de no retorno,a más de 300000 kms del planeta Tierra,  y ya por lo tanto bajo influencia de la gravedad lunar… una explosión en el módulo de servicio mandó toda la misión al garete. Un tanque de oxígeno tenía la culpa y aquel drama no había hecho más que comenzar.

La tripulación estaba bien y tras unas intermitentes fluctuaciones de luz contactaron con la Tierra con la célebre frase  «Houston, tenemos un problema«. Tras un rápido análisis de la situación, el CAPCOM decidió abortar la misión y empezar a buscar soluciones. La cercanía al satélite impedía una trayectoria de aborto directo y ahora tendrían que circunvalar la Luna a 250 kms de distancia para volver catapultados hacia la Tierra. La trayectoria de regreso libre venía asociada a otros problemas relacionados con los consumos de energía y oxígeno, ambos recursos muy limitados ya de por sí. La destrucción parcial del Módulo de Servicio les dejó a merced del módulo de mando y del módulo lunar, que ahora haría las veces de un improvisado bote salvavidas.

Desde Houston comenzaron a calcular los cambios de trayectoria necesarios para hacer regresar a la nave sana y salva a la Tierra. Los astronautas, acataron las decisiones de científicos que se encontraban a cientos de miles de kilómetros. La presión era total: sus vidas estaban en peligro.

Por otro lado, otro grupo de cerebritos hacía cálculos sobre el consumo eléctrico, de agua y de oxígeno. Había que racionar los tres de forma perfecta. Una de las primeras decisiones fue apagar por completo el módulo de mando y mantener encendido al mínimo el módulo lunar, eliminando elementos básicos como la calefacción.

Sin embargo, surgió otro problema y es que los filtros del dióxido de carbono comenzaron a saturarse. Esto obligó a los diseñadores a estrujarse los senos para idear un sistema nuevo con bolsas de plástico, calcetines y un sinfín de artilugios que permitió que los filtros del módulo lunar encajasen en las salidas de los filtros del módulo de mando.

Tras solucionar este problema vino el último y no menos importante. Nunca se había hecho un reencendido en vuelo del Módulo de mando. Y el problema era que con la ausencia de amperaje no había forma posible de realizar el  encendido. El controlador de vuelo Aaron y Ken Mattingly, ayudados por un sinfín de ingenieros, lograron establecer un nuevo protocolo de encendido que funcionó a la perfección.

Finalmente, el 17 de abril de 1970, el Apolo XIII aterrizó en el mar el 17 de abril de 1970 a las 18:07 culminando una de las mayores odiseas de la historia de la exploración espacial.

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Ilustración de un alunizaje que nunca fue…

 

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