Hace años trabajar implicaba estar en la empresa de forma presencial, reuniones en persona para argumentar resultados, grandes salas repletas de cubículos.
Hoy los trabajos alejados de la cadena de producción destacan por el uso de las tecnologías, lo cual se traduce en una menor dependencia de la presencia física del trabajador. En la actualidad se realizan grandes reuniones sobre diferentes temas a través de cadenas de mails, reuniones puntuales en videollamadas utilizando herramientas como Skype y también se terminan proyectos desde el hogar, ya sea porque el trabajador en cuestión quiere o necesita pasar tiempo con su familia o por no tener que desplazarse todos los días hasta la sede de la empresa.
Esto ha sido producto de un cambio de cultura empresarial y las empresas, que suelen ser muy tradicionales, han aceptado de forma definitiva que la tecnología lo ha cambiado todo de forma drástica y que la presencia física de los empleados ya no es tan necesaria.
Por este motivo han cambiado las distribuciones de las oficinas. De hecho, si antes había un puesto de trabajo fijo por cada trabajador, en la actualidad son muchas las empresas que distribuyen los puestos sobre sus empleados según las tareas que ese día tenga asignadas cada trabajador.
La sala de descanso se ha convertido en un punto neurálgico en el que tienen lugar, de manera espontánea, reuniones informales entre miembros de diferentes departamentos.
Estos cambios no se traducen únicamente en un mayor bienestar para el trabajador, que dispone de más tiempo para trabajar desde su hogar, sino también en un beneficio directo para la empresa, ya que ahora puede ahorrar en metros cuadrados para la oficina, en mobiliario y en equipos informáticos. Ahora, los equipos son comunales y antes estaban apagados mientras su usuario habitual había salido a hacer unos recados o una visita.
