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Nuestras máquinas de café son excelentes testigos de escenas cotidianas muy surrealistas… Anécdotas que suceden en sus inmediaciones y de las que a veces son protagonistas principales.

Con la ayuda de gran parte de nuestros cargadores y reponedores hemos recopilado las anécdotas más curiosas que se recuerdan y demuestran que nuestras máquinas de vending tienen que estar preparadas para todo.

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  • Un mecánico de oído: en una residencia de Sabiñanigo había un anciano de avanzada edad que siempre contaba batallitas sobre su juventud a los cargadores. Esto es algo habitual entre las personas mayores, sin embargo lo más sorprendente era que siempre que se averiaba la máquina sabía de qué se trataba tan solo escuchando los ruidos que hacía y se lo explicaba al reponedor de turno antes de que se pusiera manos a la obra. Su oído nunca falló en el diagnóstico.la-foto-1
  • No hay café como el del trabajo: una jubilada que trabajaba en una conocida caja de ahorros de Aragón estuvo durante años regresando a su antiguo trabajo para degustar cafés de Eboca con sus compañeros, lo prefería al del bar por su sabor y sus vasos originales.NINOS-CLAVES-FELICIDAD-REINO_UNIDO-SOCIEDAD-INFANTIL_TINIMA20120112_0275_5
  • Cantera de reponedores: un niño de 7 años llamado Raúl esperaba cada semana al lado de una máquina que estaba situada en la entrada de un colegio. Le saludaba, miraba con curiosidad como reponía el producto e incluso sacaba lustre con el pañuelo al cristal. Un reponedor en potencia.homero
  • Casa de Moneda y Timbre: que una señora se te acerque en el hospital indignada porque la máquina de vending le ha devuelto mal el cambio no parece muy interesante, sin embargo cuando lo que le ha devuelto es un token de Eboca y amenaza con denunciarnos por acuñar moneda falsa, entonces sí que es una anécdota irrepetible.20140327161928917c9f
  • Las sonrisas curan más que las medicinas: en otro hospital, un usuario enfermo de cáncer que solía tomar café para que le quitarán el sabor de la quimio se acercó al reponedor para avisarle de que la máquina daba dos vasos en lugar de uno. Como en aquel momento nuestros vasos llevaban chistes el reponedor le dijo que estaban programadas así a propósito, para hacer reír más a la gente. A aquel señor se le iluminó la cara con una gran sonrisa y por ello permitimos que la máquina continuase unos días más sirviendo dos vasos en lugar de uno.

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