¿Eres el que siempre tiene ocurrencias que hacen reír al resto de los compañeros? ¿Eres esa chica que siempre cuenta chistes de humor inteligente? Quizás no seas muy consciente pero a nivel laboral esa imagen no es tan beneficiosa como creías.

A priori siempre se dice que el humor es un síntoma de agudeza y además transmite amor propio y seguridad en uno mismo, por lo que en esos aspectos aporta cosas valiosas a la imagen de marca de una persona. 

Sin embargo, también tiene sus contras y los vamos a comentar a continuación.

En primer lugar es importante que sepamos que existen diferentes tipologías de graciosillos y que, mientras que alguien que hace comentarios ingeniosos de vez en cuando nunca está de más, alguien que hace chistes que no vienen a cuento y en situaciones fuera de lugar es bastante irritante. Las miradas de estupor entre el resto de los presentes hablan por si solas cuando abre la boca para hacer la gracia del día.

En segundo lugar, en el mundo del corporativismo los graciosillos no suelen alcanzar puestos de responsabilidad porque los consejos de administración no terminan de fiarse de ese tipo de comportamientos, aunque sea un gracioso que siempre da en el clavo quizás un día no sea así y eso le pueda costar dinero a la empresa. Una persona discreta en cambio asegura una estabilidad.

Por último, un graciosete levantará tanto odios como pasiones. A muchos compañeros no les gustará esa actitud cómica y eso bueno, puede entrar dentro de lo razonable si son legión los que te ríen las gracias. El problema puede llegar si los que te pillan tirria son los jefes y superiores.

Esperamos que con estos consejos veáis que ser el gracioso de la oficina puede ser perjudicial para vuestros intereses. Valoradlo.

 

 

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